Hoy ha sonado el despertador, temprano, como todos los días. Como todos los días, nos hemos puesto en pie al mismo tiempo cinco seres. Un servidor, y los cuatro perros que tengo ahora mismo. Dos de ellos me acompañan desde hace seis años, Dante y Tina, a los cuales muchos conoceréis por las fotos que ya he puesto. Y si no les conocéis, os pongo otra.
Hace seis años nos enteramos que un amigo de mi cuñado regalaba cachorros cruce de Chow-Chow. Vivimos en una casita con parcela en Yegros, Toledo, y siempre nos han gustado los animales, de modo que fuimos a por uno. En principio, nos íbamos a quedar con Dante, uno de los 8 de los que constaba la camada. Pero al llegar nos dijeron que si no queríamos también una perrita, ya que era la última que les quedaba por regalar. Con un mes que tenían, quién podría decir que no. Total, donde cabe uno, caben dos. No me he arrepentido nunca de haberla adoptado también. Ella es Tina.
El caso de Harley fue totalmente diferente. Le conocimos el año pasado, en junio. Estaba sentado en medio de la carretera, temblando. Gracias a que habíamos visto a una chica andar por el arcén, seguramente porque le había visto antes, frenamos lo suficiente para no atropellarle. Cuando vio el coche, él sólo pudo tumbarse y cerrar los ojos.
Paramos un poco más delante, y bajamos corriendo para sacarle de la carretera. Mientras yo controlaba que no viniera ningún coche, mi pareja se acercó con cuidado y lo recogió. Nos lo llevamos a casa, y comprobamos que estaba bien. Dentro de lo que cabe. A pesar de todo el pelo que tiene (es un cruce de Yorkshire), se le podía notar las costillas y la desnutrición que tenía. Por no hablar de las más de 20 garrapatas que le quitamos y por las cuales estuvo una semana entera vomitando. No llevaba collar, no le había hecho falta. Más que nada porque al CABRÓN de su antiguo dueño no se le había ocurrido otra cosa más que atarle de las patas traseras con una cuerda, dejándoselas en carne viva. Después de 9 meses, todavía no le ha crecido el pelo en la zona, ni creo que lo haga.
Por supuesto, no tenía chip. Una vez que nos lo dijo el veterinario, después de haberlo desparasitado y vacunado, se lo pusimos, y pasó a formar parte de la familia.
Aun así, Harley nunca ha perdido esa picaresca que tiene, pero de vez en cuando le tenemos que sacar de debajo de las mesas o de las sillas, donde se mete cuando tiene miedo de algo.
Este es él.
Y ahora llegamos al motivo por el que escribo este post. Gonzo, que lleva dos semanas con nosotros. Se lo encontró mi mujer en la zona de Olías del Rey, corriendo de un lado a otro de la carretera y aullando como un loco. Parecía estar buscando a alguien. Desde luego da que pensar que estuviera al lado de la gasolinera del pueblo.
Llevaba dos collares, uno antiparasitario y otro normal. Por supuesto, sin chip. Da muchos problemas para cuando quieres abandonar un animal. Estaba delgado, pero no demasiado.
Parece un perro de caza, cuando le sacas a pasear va metiendo las narices en el primer agujero que ve, y se pone a seguir rastros. Quizá no es demasiado bueno para la caza, no lo sé. Pero es lo primero que se me ocurre para justificar su abandono. Al menos ha tenido suerte, relativamente. No fue atropellado de milagro, y a su antiguo dueño no se le ocurrió ahorcarle en un olivo, como es tan común por desgracia en La Mancha.
Como hijo de agricultor que soy, entiendo que haya que realizar un control cinegético sobre determinadas especies, las cuales, debido a la escasez de depredadores naturales se reproducen más de lo que deben, llevando al ecosistema a un punto crítico. Lo que no entiendo es que los mismos cazadores que cazan conejos, maten también zorros que se encargan de regular la población. Quizá sea para evitar competencia. Y esto lo he visto yo, con mis propios ojos, que llevo ya muchos años pateando y trabajando en el campo.
Y por supuesto, lo que no entiendo, lo que no me entra en la cabeza, es salir a pasear con mis perros y encontrarme a un par de galgos ahorcados de un árbol, o perros de caza comidos por las pulgas y garrapatas. Lo siento, pero no. No me trago lo de que los cazadores son amantes de la naturaleza. Puede que haya alguno, no lo dudo. Pero aquel que es capaz de ahorcar a su propio perro porque ya no corre como antes, y está viejo, no es un amante de la naturaleza. Es UN HIJO DE LA GRAN PUTA. Con todas las letras. Y desde luego, me encantaría verle colgado de los huevos un ratito. No mucho, cinco o diez minutos, lo suficiente para que comprenda lo que tienen que sufrir los perros.
Perdón por el vocabulario, pero como ya he dicho me he levantado indignado. Indignado porque he visto a Gonzo, a los pies de mi cama, esperando a que le sacara, moviendo el rabo. Indignado porque como todos los días me coge suevemente de la pernera del pantalón y me guía hasta la puerta. Y porque no entiendo que haya un gilipollas al que se le ocurra abandonar a este pedazo de pan.
Por cierto, sigo buscando dueño para Gonzo. Desde luego, si no le encuentro sitio, se quedará con nosotros, pero ya me es difícil lidiar con los otros tres que tengo y os he presentado. Por supuesto, no se admiten posibles adoptantes que sean cazadores, por si las moscas. Si estáis interesados, podéis contactar conmigo en el siguiente correo: jlozanoreal@gmail.com
3 comentarios:
Hasta ahora te admiraba, pero ahora te idolatro.
Estoy de acuerdo en que hay mucho cazador hijo de puta, pero se salva alguno. Mi padre es cazador y su perro, Thor, tiene 13 años, cataratas y artrosis, y le acaban de operar de dos tumores (uno de ellos de testículos; pobrecico, capado a su edad).
Cuando van a cazar no aguanta ya nada, pero le sigue llevando un ratito porque Thor se vuelve loco cuando ve la escopeta. Así que le lleva un rato y cuando se cansa, le lleva a casa y se vuelve él solo a seguir cazando; algún día le ha tenido que llevar en brazos al coche porque se desfonda y no puede más.
Y por lo demás, Thor vive como un marqués.
Así que sí, no sé si muchos, pero quedan cazadores como dios manda, que respetan la naturaleza, las vedas y a sus perros.
Aitor, deberías hacértelo mirar. :) Gracias.
Laura, cierto. Conozco a varios, incluidos familiares míos. Uno de ellos sólo caza con galgos, y tiene cinco de varias edades. Los recoge de los que abandonan otros cazadores, y les hace la comida todoso los días. De hecho, comen lo mismo que come él.
Pero desgraciadamente no todos son como tu padre o mi tío.
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