Pues sí, como lo leéis. Soy hijo de Luis XVI, aquel a quien ayudaron a deshacerse el nudo de la corbata con una guillotina.
Yo tampoco lo sabía, de hecho, pensaba que era imposible, ya que:
a) Ya tengo un padre.
b) Mi madre jura y perjura que no sabe nada del asunto.
c) Ese señor murió en 1793. Este punto es el que más me convencía para negarlo.
Pero hete aquí que hace unos años, en mi época de Tecnocasa (aquellos locos locos años), me encontré con un hombre, el cual me confesó esta verdad, ya que él era mi hermano. Como os veo cara de escépticos, os voy a poner en antecedentes de todo el proceso que nos llevó hasta semejante afirmación.
Corría el año... buf, pues no sé. A principios de la década 00. Vaya puta mierda de década, a todo esto. Porque los 80, los 90 tienen gancho. ¿Pero cómo llamas a la década que empezó en el 2000? ¿La 0,0 como la "cerveza" de San Miguel? (Nótese las comillas para denominar a semejante brebaje). ¿Y otra cosa, comenzó en el 2000 o en el 2001?
Sigamos. Corría el año 2001, creo recordar, a medidados de mayo. Hacía un calor de narices y estábamos a punto de cerrar para irnos a comer. El horario, por si os interesa, era una mierda pinchá en un palo. Currábamos de 10 a 14 horas, y de 17 a 21. ¿Alguien ha preguntado por la vida social?
Estaba yo sentado en mi escritorio, con mi traje, mi camisa de manga larga y mi corbata sudando la gota gorda con los 30º que hacía en el interior de la oficina cuando entró un hombre. Sin mediar palabra, se sentó enfrente mía y cogiéndome uno de mis cigarros (antes fumaba) se lo encendió. Mi compañero y yo nos miramos con extrañeza y le pregunté qué deseaba. Pausadamente, después de dar una profunda calada, me respondió:
- Quiero cambiar mi piso.
- Estupendo - dije yo - para eso estamos.
- Pero no lo quiero vender, no tengo dinero para comprarme otro.
- Ajá, entiendo. Usted lo que quiere es hacer una permuta.
- No, lo que yo quiero es cambiar mi piso por otro.
Genial, nos había tocado un lumbreras.
- Bien, dígame dónd...
- Perdona que te interrumpa chaval. Me caes bien. ¿Te conozco? Creo que te conozco.
- Eh... no creo que...
- Pues yo creo que sí. En fin, tengo que pensarlo. Pienso mucho, ¿sabes? Me paso el día pensando. De hecho, soy científico, autodidacta. Aunque imagino que esto no viene al caso. Verás, me quiero ir de mi casa porque mi hijo es un nazi.
- ...
- Sí, he dicho nazi. Anoche apareció por mi casa y me reventó la puerta del baño con un hacha y se asomó diciendo "aquí está Juaaan....". ¿Es o no es un nazi?
- Perdone, eso es de El Resplandor, de Kubrick.
- No, eso fue anoche, en mi casa. ¿Me estás prestando atención?
- ...
- Bien, ¿qué casas tenéis para cambiar por la mía?
- Bueno, ahora mismo ninguna. Tenga usted en cuenta que no son demasiado frecuentes las peticiones de permuta.
- Cambio.
- Eh... sí, cambio. No suelen salir muchas. Pero déjeme sus datos y en cuanto salga algo le llamamos.
- De acuerdo. Me llamo Marciano Majandalario Memónez (el nombre es ficticio para proteger la identidad de este señor). No tengo teléfono, tendrás que venir a avisarme a mi casa.
- Eh... Bien, de acuerdo, no se preocupe.
- No estoy preocupado.
- Ya. En eso quedamos, señor Majandalario.
Acto seguido, cogió otro de mis cigarros, mi mechero, y se marchó. Como podéis imaginar, el ataque de risa de mi compañero y mío fue de aúpa. La siguiente vez que le vi no me reí tanto.
Fue en una de mis salidas buscando clientes. En esas salidas iba regalando revistas puerta por puerta y hablando con los vecinos que me abrían de gente que quisiera comprar, vender, etc. Al salir de un portal, me tropecé con el señor Majandalario. Tenía los ojos muy abiertos, y la respiración agitada. Me puso una mano en el hombro, y me dijo:
- Ya sé de qué te conozco. Eres mi hermano.
El silencio se hizo entre nosotros dos. Imaginaos la escena. A la salida de un portal, yo subido a un escalón, él con su mano en mi hombro y su aliento de dragón, y los calaminos (las plantas esas que ruedan en las pelis del oeste) pasando a su espalda.
- Señor Majandalario, creo que se equivoca. No creo que seamos hermanos.
- ¡Claro que no! Al menos no en esta vida. Fuimos hermanos en una vida anterior.
- Ah, uf. Me quita usted un peso enorme de encima. - Dije mientras le fintaba para irme a la oficina.
- ¿No quieres saber quién eres en realidad? - me dijo.
- Señor, ya sé quién soy.
- No tienes ni puta idea, chaval. - Me espetó agarrándome del brazo. - Somos hijos de Luis XVI. ¿Te das cuenta de lo que eso significa?
- ¿Que hoy no se ha tomado la medicación?
- ¡No, idiota! Hemos de devolver esta mierda de país a la soberanía de Francia.
- España no estuvo a manos de Francia durante la época de Luis XVI.
- ¿Y qué más da? Es lo que quiere nuestro padre. Es lo que me lleva diciendo desde hace dos días.
- Ah... Mira, un avión.
Aproveché la confusión creada para deshacerme de él y alejarme a buen paso hacia la oficina. Mis compañeros tuvieron patas de gallo de la risa desde aquel día. A mí no me hizo tanta gracia, ya que imaginaba que le volvería a ver. Y así fue.
La última vez que le vi estaba haciendo ronda por una urbanización privada, a la que podía entrar gracias a que me conocían la mayoría de vecinos y el conserje, con el cual me llevaba especialmente bien. Claro, yo sabía recompensar sus informaciones con buenos detalles, lo cual agradecía mucho.
No había hecho más que pasar la puerta cuando escuché a mi espalda:
- ¡Cabrón, jodeputa!
Me giré, y allí venía Marciano con los ojos inyectados en sangre corriendo a todo trapo. Creo que si hubiera chocado contra la puerta no se hubiera hecho tanto daño. De la nada apareció la mano inmensa del conserje, toda llena de dedos y se estampó en la cara de aquel loco. Se giró hacia mí y me dijo:
- Sigue con tu ronda, que ya me encargo yo del mosquito este.
Cuando acabé de repartir las revistas, bajé justo a tiempo para ver cómo una patrulla de la policía se llevaba a aquel señor, a quien nunca volví a ver. Pero aún sueño con Luis XVI llamándome traidor por no haber hecho caso a mi hermano.
4 comentarios:
Esto da para hacer una película. Ya te pediré derechos de autor.
Jajajajajaja, yo creo que nos preguntas en Formspring si nos ha pasado algo estrambótico para medirte!! Insuperable!! xDDDD.
Ayseñorquégracia xDDDDD
Acojonante.
Gracias por lo de los calaminos, lo tengo que usar alguna vez.
("Ah... Mira, un avión" XXXD)
Aitor Maiden: Mejor cómpramelos, que tengo que pagar una hipoteca.
Biónica: No era para medirme. Sólo quería saber si al resto de la gente le pasan cosas tan raras como a mí.
BH: Ojo, calaminos creo que sólo son en mi pueblo y alrededores, pero como nadie sabe cómo se llaman, quedarás como dios.
Y lo del avión funciona, a veces.
Gracias a los tres.
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